Monte del Agua

Este pueblo ha tenido una gran importancia histórica, ya que es el punto de paso entre las caras norte y sur de la isla a través del puerto de Erjos. Ha sido una zona de cultivo cerealista, cuya decadencia a comienzos del siglo XIX marcó el declinar de este caserío, que también ha desempeñado un papel importante como ruta de trashumancia del ganado.

Esta pequeña charca nos revela una de las sorpresas cercanas al Monte del Agua: las charcas de Erjos, en el paraje de los Dornajos; se trata de unas antiguas extracciones de áridos y tierras que se han convertido en zonas húmedas, actualmente de enorme importancia para la avifauna; esta pequeña chara a la vera del sendero nos las recuerda.

El comienzo del recorrido por el interior del bosque no puede ser más llamativo dos colosales pinos aparecen en una curva del camino. Son dos “intrusos”, ya que vamos a travesar un bosque de niebla, que capta las nubes cargadas de humedad que arrastran los alisios. Esta humedad que precipitan al suelo las frondosas ramas de estos árboles no sólo hace honor al nombre de este bosque, sino que son su razón de ser.

La laurisilva es lo que se denomina un fósil viviente, ya que estos bosques ocuparon el arco mediterráneo hace millones de años, hasta que los cambios climáticos la refugiaron en Canarias y otras zonas de la Macaronesia. La importancia de este bosque estriba en su capacidad para captar agua, evitar la erosión y proporcionar un hábitat para un gran número de endemismos, lo que lo convierte es un espacio clave para la conservación de la biodiversidad.

En esta curva del camino tenemos una vista del barranco de Los Cochinos, en cuyo interior están algunos de los mejores reductos de la laurisilva del Monte del Agua. A la derecha está el caserío de Tierra de Trigos, cuyo nombre nos habla de su vocación cerealista, y el saliente central en esta pequeña cuenca es el Roque de Las Moradas, por donde subía el camino que utilizaban los habitantes de Los Silos para desplazarse a este bosque y cuyo cruce hemos dejado atrás.

Clarea ya el fayal brezal, cuando vemos una pequeña hoya despejada con huertas abancaladas, e incluso una era a la que no tenemos acceso visual al estar a mayor altura que la pista. Este recodo casi al final del camino nos muestra uno de los múltiples puntos en los que el bosque retrocede ante las necesidades de cultivo, ya que alrededor de los bancales vemos el fayal brezal que antaño debió ocupar toda la ladera.

El valle del Palmar es uno de los espacios donde mejor se ha mantenido el paisaje agrícola. Es un valle en rampa con forma ovalada entre el Monte del Agua y los barrancos de Teno, cuyas suaves pendientes están abancaladas para aprovechar los ricos suelos de esta comarca. Los conos volcánicos ubicados en el valle, Palmar y las Portelas, ampliaron la isla baja donde se asienta Buenavista, canalizados por el propio valle.

Finalizamos nuestro recorrido en las Portelas, un pequeño caserío rural en la parte alta del valle del Palmar. Aquí podemos encontrar ejemplos de la arquitectura doméstica canaria y excelentes vistas sobre el Valle del Palmar, que es el elemento central del Parque Rural de Teno, entre el Monte del Agua y los barrancos que forman el acantilado de Los Gigantes en la cara oeste de la isla.